viernes, 13 de mayo de 2011

Un antes y un después...


Bueno, como todos sabéis hay unos días en todos los sitios del mundo donde se puede hacer lo que se quiera: son las fiestas patronales y de carnavales. ¡Eso es la bomba!. Digo esto por que con el pretexto de que estamos de fiesta se puede hacer lo que quieras: tirar una cabra por el campanario, arrancarle el pescuezo a un pollo,  tirar un petardo dentro del confesionario que al explotar  le quemes la sotana al cura...¡no importa! ¡Estamos de fiesta! Pero lo más bonito de la fiesta es el pregón, ¡eso si que es bonito!, y sobre todo si traen a un forastero famoso, de alto nivel como por ejemplo: El Padre Apele, Boris, El Pachulí, La Panto con su panterin, La Saldiva, La Campa etc. El pregonero es recibido por las autoridades del pueblo, la reina de la fiesta con su madre, las damas de honor con sus madres, los de la banda de música con sus madres... ¡Vamos, todas las madres del pueblo. Luego lo suben al balcón y le dicen: ¡tú di lo que quieras, figura! Eso sí, habla bien del pueblo y de su patrón.  Porque si alguna vez habéis prestado atención, os habréis percatado de que los pregoneros que no son hijos del pueblo tienen un truco para salir airosos. Todos se saben el nombre del patrón de las fiestas, y si ven que durante el pregón la cosa decae dicen esa mágica frase de: ¡Viva san fulanito de tal!  Y se guarda a todo el pueblo en el bolsillo. A partir de ahí sale la banda municipal si la hay, y venga, a tocar  hasta que se acaban las fiestas. Da igual lo que toquen el caso es que la cosa esté carga de bombo, aunque sea con una partitura a piñón fijo...además, cada año cogen una canción y la machacan. Como en su día y momento machacaron la macarena, los pajaritos, la bomba etc., etc. Yo os puedo asegurar haber escuchado 3.500 veces en una misma noche el tractor amarillo... y luego, claro, te vas a la verbena y la gente quiere seguir escuchando el tractor amarillo, es que es normal.. ¿Y que pasa?, Que el grupo de música es un grupo moderno, entonces claro, ellos están empeñados en tocar; “esta vida loca”, y luego pasa lo que pasa. En fin, yo ahora lo que realmente deseo es volver por unos instantes mi vista atrás y dejarme llevar por el embrujo de gratos recuerdos del pasado, esos recuerdo que de alguna manera suponen un aliciente o despiertan emociones que me hagan sentir bien. Los gratos recuerdos de la infancia, de la adolescencia y de tu pueblo son algo que nos debe engrandecer emocional mente a todos. Los recuerdos forman parte de nuestra vida, ellos nos ayudan a seguir adelante. Yo a veces cuando me surge el deseo o el momento de los recuerdos, cavilo entre las paredes melancólico y nostálgico  y me cobijo en los recuerdos de este pueblo soberano, endulzo un poco mi memoria acordándome de antaño cuando yo era un zagalón  entre diez y quince años. A la escuela de los frailes "Palacio del Gran Maestre" iba yo cada mañana con mi cartera y mi babi cayera sol nieve o agua.
Cuántas veces me bañé en aquella Fuente del Corro que aunque estuviera prohibido igual me daba de todo, ya,  que a falta de piscina allí me refrescaba un poco.  Más tarde llegaba a casa mojado como una sopa y la alpargata de trapo y otras veces una escoba enrojecían mi trasero, todo ello dependía  de donde soplara el viento.
Jugábamos sin descanso eternos  partidos de fútbol en la era de  "Los Bollas" y en la era de "Don Paco, se hacían jornadas continuas, allí no existía el descanso, era un encuentro tras otro hasta  llegado el ocaso.
Nadie salía victorioso de aquellos grandes encuentros ya, que de alguna manera la cosa se complicaba y lo que empezó siendo un juego en  batalla campal acababa.
Los Domingos por la tarde al cine de Vicente íbamos, era lo mejor que había, ¡pero como disfrutábamos! Nos creíamos superhombre si en la de mayores entrábamos.
En la puerta, "el Colorao", vendiendo las chulerías, pipas y altamuces, ¡Hay que ver como vendía!. Avelino entraba adentro a vender sus avellanas, ¡paquetes a dos reales! Aquel hombre pregonaba. Y del cine al Alambique, ese parque te embrujaba, tan romántico y discreto, cómplice de enamorados y testigo mudo en el tiempo. Se hacia lo que se podía, y se podía casi ná. Pero de todas maneras mejor que siga callao, que como se suele decir callao está más guapo. Y de allí a los portales, lugar de concentración donde Cupido clavaba flechas en el corazón. Cómo disfruté viviendo aquellos años dorados, cuando era la Corredera paseo de enamorados.
Quién no escapó alguna vez a las Piedras de Barrueco andando o en bicicleta porque alguien le comentó que a la chica de sus sueños por el camino la vio.
Escribiendo este relato no puedo disimular añorar aquel pasado donde nadie conocía que era una discoteca, ni tampoco un botellón, se salía a pasear nada mas ponerse el sol  y a eso de la media noche a casa que hay que acostarse, antes no era como ahora, mejor no entrar en detalles.
El sol salía para todos y para todos se escondía, antes menos y más ahora vuelven al venir el día. Siempre seguiré albergando en mí la bella nostalgia de aquellos hermosos años, cuando Fuente del Maestre tenía un encanto extraño.
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Todo ha cambiado, bastante, todo esta muy desfasado. El cachete estuvo prohibido, aunque ahora este despenalizado. Obligar al niño ha hacer sus deberes es acoso, y por ello podemos ser castigados. Las mochilas deforman las espaldas porque los libros son muy pesados. Que al profe no se le ocurra levantarle al niño la voz, porque psicológicamente lo estaría maltratando. Hoy no existen enfermedades comunes, todo es síndrome de algo... Hay que esperar dos larguísimas horas de digestión  para no morirnos en el agua. Dos horas de siesta para poder descansar. etc. etc.  
La verdad es que no sé como hemos podido sobrevivir.  Fuimos la generación de la "espera"; nos pasamos nuestra infancia y juventud esperando.  Mirando atrás, es difícil creer que estemos vivos: Nosotros viajábamos en los coches sin cinturones de seguridad y sin airbag. Hacíamos viajes de 10 y 12 h, con cinco personas en un 600, un Renault 12, o en un SIMCA 1000 y no sufríamos el síndrome de la clase turista.  En las despensas y alacenas no teníamos puertas y mucho menos armarios. No existían los frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Íbamos en bicicleta sin casco, más tarde en moto y sin papeles. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico.  Jugábamos a ver quien era el más bestia. Pasábamos horas construyendo carros con tablas para bajar por las cuestas o simplemente en cartones y sólo entonces descubríamos que habíamos olvidado los frenos. Jugábamos a "churro va" a “piola” al “tumbo la papa” y nadie sufría hernias ni dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa por la mañana con una mochila llena de libros que pesaba 10 kilos y no sabíamos que era un troley. Nuestros juegos duraban un día entero y sólo volvíamos a casa cuando se encendían las luces de la calle, eso si en la calle que vivías había luces. Nadie podía localizarnos porque tampoco había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a la guerra con piedras y espadas de palo y no pasaba nada, simplemente eran cosa de niños y se curaban con mercromina, aceite de la pata de la perdiz y unos cuantos puntos de sutura. Nadie a quién culpar, sólo a nosotros mismos. Tuvimos peleas y nos "esmorramos" unos contra otros y aprendimos a superarlo. Merendábamos grandes rebanadas de pan con aceite y azúcar, los más pudientes podían comer nocilla y no yogures bio, lunchables, ni comida bífidas activa. Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos, si acaso alguno era gordo y punto. Compartimos botellas de refrescos o lo que se pudiera beber y nadie se contagió de nada. Tan solamente nos contagiábamos los piojos en el cóle y nuestras madres lo arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente, y no con gel de baño y el anticaspa. Quedábamos con los amigos y salíamos, o ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a tú la llevas, al rescate, a cambiar cromos..., en fin, tecnología punta. Íbamos en bici o andando hasta la casa de los amigos y llamábamos a la puerta. ¡Imaginaos!, Sin pedir permiso a los padres, y nosotros solos, allí fuera, en el mundo cruel ¡Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos? Hicimos juegos con palos, perdimos mil balones de fútbol. Bebíamos agua directamente del grifo sin embotellar y algunos incluso chupaban el grifo. Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la "escopeta de perdigones", antes de ser mayores de edad y sin adultos.  En los juegos de la escuela no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repetían curso, pero ellos no inventaban exámenes extra.  Veraneábamos durante tres meses seguidos y pasábamos horas en la playa sin crema de protección solar, sin clases de paddle o de natación, sin palos de espuma, sólo un trozo de corcho apretado al pecho y así aprendíamos a defendernos en el agua. Ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo, y como recompensa a dicho logro te llenaban la cara de dedos, te habías ganado con esfuerzo una buena leche en lo alto del morro, pero tenia su aliciente. Ahora eso ha cambiado, se liga en los chat diciendo chorradas, o en un ciber-sexo poniéndote a mil por horas con fantasías sexo-virtuales. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad y aprendimos a crecer con todo ello. Si tú eres de los de antes... ¡Enhorabuena! Porque nosotros tuvimos la suerte de crecer como niños. Con la inocencia y las ilusiones de un autentico niño, hasta el punto de que aun siendo casi unos zagalones, nos creíamos que los niños venían de Paris o incluso  toda la parafernalia y la mitología de los reyes magos ... Y es que por aquellos años ellos tenían la exclusiva, puesto que jamás tuvimos conocimiento ni sabíamos que existiera un personaje barbudo y gordinflón de características americana que nos quieren hacer ver hasta en la sopa y al que la gente llama “Papa Noel”. Ahora parece ser que este personaje ha cambiado el trineo por una patera y cruza el charco cada año por el mes de diciembre. Pero bueno siguiendo con nuestros Reyes Magos hasta ellos eran diferentes a los de ahora, en algunos aspectos claro esta, porque en otros como por ejemplo en el trabajo no han evolucionado nada de nada. Es verdad nunca nadie había trabajado menos que ellos excepto el sastre de tarzán. Y yo me pregunto, ¿estos señores qué clase de pasaporte o visado tienen que tener para poder trabajar en todos los lugares del mundo? ¿Acaso han probado  irse a Lepe o a Murcia a la recogida de la fresa con esos mismos papeles? Y cuando llegan a España ¿por donde entran, por Cádiz? ¿O hacen escala en Fuerte ventura? Y es que tienen que tener unos camellos súper-gay, porque ya me diréis cómo pueden atravesar los mares, a ver si es que de verdad son magos y  van a tener camellos anfibios. En fin un autentico misterio. Es como preguntarle a Hernán Cortes dónde ha estudiado para sacarse el master del universo. Pero aun iré mas allá, porque digo yo: ¿Ahora que estamos tan modernizados ¿admitirán las cartas a los reyes magos por E-mail? Podrían habilitar una página web que diga: “Esta es la web de los reyes magos, déjate de cartas y tonterías del siglo pasado, pincha en el carrito de la compra y elige tus regalos”. O  imaginaros poder hacerlo a través del teléfono móvil. Ya veis como echando la vista atrás, todo lo que podamos recordar ha cambiado
Podría hacer interminable estos entrañables recuerdos pero voy a terminar, es tarde y es hora de dormir.

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