A partir de esta edad y en lo más profundo de mi corazón se enredaron en mis ojos los verdes olivares, el color blanco de tus casas, las aceras limpias recién regadas, el olor a humo de las cocinas de leña y carbón y alguna que otra chimenea en las tardes de invierno. El olor a pan recién hecho en las tradicionales tahonas de aquellos años y que algunas aun persisten en el paso del tiempo, Caleya, Vielsa, Juanillo, El Ronco, Carbajo, etc. Que me disculpe aquel que en estos momentos no pueda recordar. También en aquellas tardes me acompañaba un romántico y sublime olor a tierra mojada, a huerto, a rebaño atravesando las calles dirección del abrevadero diario, El pilar de San Lázaro, La Bomba en (Ronda del Moro) el emblemático y majestuoso Pilar, etc. Los lápices de colores, el cuaderno, el eco de una canción que mi madre siempre tarareaba y que me hacia sentir feliz y también como no, los juegos interminables de aquellos atardeceres fontaneses.
Nunca se fue de mi retina el oleaje que formaba el trigo en su lejanía, olas verdes que el viento mecía anunciando la siesta, esa hora sagrada de reposo obligado para mitigar el calor sofocante y el descanso de los jornaleros.
Recuerdo con nostalgia añoranza los cuentos de mi madre Antonia, los de mi abuela María. Nunca he olvidado ni olvidare esa época de mi vida. La he mantenido y la mantendré siempre conmigo acariciando cada vivencia que como flores frescas he regado y cuidado para que nunca se marchiten. No puedo ni quiero dejar que se alejen de mi esos bellos recuerdos.
Cuando a veces intentan alejarse los busco en el espacio y el tiempo y ellos regresan de puntilla como pidiendo permiso a ese otro tiempo que me ocupa donde mora lo presente lo florido y sublime y que hace que se escurra de mi mente tanto bello recuerdo sin darme apenas cuenta.
Cuando eso ocurre me noto vacío, como si me faltara algo que me pertenece y forma parte del alimento, algo que me nutre, que me mantiene vivo.
El tiempo pasa inevitablemente y solemos dar prioridad al presente, pero el pasado ya ha dejado su huella y nunca deja de llamar nuestra atención como niño pequeño que necesita mimos y juego. He aquí mi amor por lo vivido. Me rindo ante mis recuerdos y ante aquellos que se alejaron y que ya no están, ellos que me dejaron un tesoro o algún valioso legado de bondad, amor y cariño.
Me rindo ante las fachadas de las casas blancas de mi pueblo, coronadas por el radiante astros Sol, estrella errante.
Me rindo ante tus verdes viñedos y centenarios y firmes olivares que el tiempo no ha derrocado, sino que siguen dando fruto y productividad a la comarca.
Me rindo ante tus peculiares fiestas populares y que atraen a vecinos, forasteros y a los hijos que emigraron. Ante tus noches de verano caluroso donde los vecinos salen a su puerta a compartir recuerdos sentimientos y amistad. Esa tertulia tan de pueblo que en ti aún no se ha perdido del todo, que de manera sublime evoca a mi niñez y que me enseñaron a querer a mi tierra con devoción y respeto.
Me dormía siempre escuchando las vivencias de unos abuelos que dejaron parte de su vida destrozada a jirones por la escasez de medios de un tiempo en el que nada fue fácil para nadie. Esas noches de luna clara que iluminaban el campo y daba estímulo al canto de chicharras y pajarillos nocturnos, así como a las ranas que descansaban en algún cercano arroyuelo donde algunos gratos momentos me hizo pasar, y también más de un susto al saltar por sus malezas como animalillo salvaje.
Me rindo ante ti ¡Pueblo! ante mi estirpe y ante ese Patrón que te da prestigio.
Fuente del Maestre, pueblo que me vio nacer. Que tu recuerdo no me abandone nunca, que florezca cada día de igual manera que los campos florecen con el agua de la lluvia.
Te dedico este poema con todo mi corazón y aunque a veces ocurran cosas que me nublan la razón, tú serás siempre mi pueblo, santo de mi devoción
"MI PUEBLO”
Es mi pueblo mi pasión,
es mi tierra mi destino
vivo en ella y mil motivos
tengo para amarla yo.
es mi tierra mi destino
vivo en ella y mil motivos
tengo para amarla yo.
Es afable y humilde
el carácter de su gente,
y siempre tengo presente
que nací y moraré,
en mi pueblo que esLa Fuente.
Me ha dado parte de lo que soy,
ha formado mi carácter,
y a donde quiera que vaya
va mi gente por delante.
Fuera de nuestra frontera
me llaman el Fontanes,
y digo, a la mucha honra
¡Soy dela Fuente ! ¿Y QUE?
el carácter de su gente,
y siempre tengo presente
que nací y moraré,
en mi pueblo que es
ha formado mi carácter,
y a donde quiera que vaya
va mi gente por delante.
Fuera de nuestra frontera
me llaman el Fontanes,
y digo, a la mucha honra
¡Soy de
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